martes, 1 de junio de 2010

Recuperemos el amor epistolar





México, D.F.. 7º día después del 15 de septiembre de 1946.


Clara:
Corazón. Ya se fueron las nubes. Tú miras para todos lados y no ves nubes. Sólo un cielo azul y una grande, pero muy grande esperanza.
Desde hace muchos años los hombres han luchado por lo que quieren. Muchos, los que no conocen otra ambición que las cosas materiales, han llegado a odiar la vida porque jamás pensaron en ella ni supieron que el tiempo... Pero para qué te hablo de esto. Yo lo que quiero decirte es que te amo. Tan suave y con tanta ternura que no me asusta el tiempo para pensar que contigo la vida es demasiado hermosa.
[...] yo desde lo más hondo de mi más pobre y humilde condición, me digo siempre: Clara es la virtud que ha hecho de mí un hombre más amigo de las cosas humanas, más amigo de la vida.
Más amigo tuyo que ningún amigo tuyo. Y yo te veo así, noviecita, algo en quien yo confío, alguien con quien compartiría mis ratos buenos y a quien no le ocultaría mis ratos malos. Tu y yo de la mano como dos buenos amigos; como dos buenos compañeros, unidos para caminar sobre el ancho mundo. Y que no bajen las nubes, que nunca bajen sobre nosotros. Tú, aire de las colinas, las espantarías con esa virtud de que estás llena.
[...] Nacimos por milagro y todo lo que nos sigue dando la vida es milagroso. Por eso no dudo, y menos aún ahora, de que los dos juntos seremos más fuertes para aguantar el amor o la alegría o la tristeza o lo que venga. Así seremos tú y yo: esos dos buenos amigos que se llaman Clara y Juan [...] muy firmemente aliados contra todo, y haremos un mundo. Un mundo nuestro, tuyo y mío, para los dos.
Eso quisiera para ti. Darte cuanto existe. Pero no podemos ser como dioses; no somos más que pobrecitos seres humanos y tenemos que pedirle a Él que mire por nosotros. Que abra sus grandes ojos sobre este par de muchachitos suyos y que no nos falte nada.
Sin embargo, a veces creo que es pedirle mucho. Yo le pedí tu cariño y me lo dio. ¿Qué más sobre eso pudiera yo pedirle?
Se llama Clara, Señor, le decía yo, mírala, mira cómo es una de las más hermosas de tus criaturas, parece como si fuera una travesura tuya, un juguetito que pusiste sobre la tierra para descansar tus ojos en él, cuando te sintieras cansado de mirar todas las demás cosas. Y yo la quiero, Señor, haz que ella conozca lo mucho que la quiero. Eso le decía yo todavía ayer, todavía ahora y se lo seguiré diciendo siempre.
Me gustó cuando tu mamá nos dijo que éramos un par de miedosos. Me gustó mucho. Me pareció como si eso nos uniera para comenzar a pelear contra el miedo. Que en este caso se pudiera llamar temor hacia el mañana.
Pero yo no tengo miedo, nada; pura confianza; veo ahora las cosas de un modo tan tranquilo que casi estoy seguro que serán fáciles las dificultades. Mi miedo de aquella noche era que nos dijeran que no. No era otro.

Quisiera decirte muchas, pero muchas cosas en secreto.

Juan.



14 comentarios:

eMiLiA dijo...

Juan Rulfo.


.:.


Las palabras se las lleva el viento.
¿Y si lo decimos por escrito?

mig dijo...

Se van con esas glorias pasadas de las que habla Julio

Espérame en Siberia dijo...

Justamente yo por eso escribo. Para que quede, ante notario público, que tampoco tengo miedo, como dijo Juanito Rulfo. Sino mucha, pero que mucha fe en el amor, en la vida, en todo.
Así que, ¡amando, que es gerundio!

Muchas bonitas vibras, bella :)

Rocío dijo...

Si escribis nadie se las puede llevar salvo que vos las quieras borrar, :) Me gusto mucho esa carta, un beso enorme Emi.

Druida de noche dijo...

Juan..un genio de la literatura..

¿Y si las palabras se llevan el viento?

beso
dru

Jordi Guerola dijo...

Algunas frases de las que dice son absolutamente eternas y entrañables.

Besos absolutamente descoordinados (culpa mía, últimamente no respeto los horarios ni ellos me respetan a mó)

Rai dijo...

Bonito texto.

Siempre he sospechado que el miedo es el motor de todo lo que vive... puede resultar paradójico, pero no lo es; gracias al miedo existen las palabras.

Un abrazo

Anónimo dijo...

carta de amor de Juan Rulfo a clara.
Yo tengo otra en mi blog...q buenas cartas

La sonrisa de Hiperion dijo...

Yo diría, recuperemos el amor, y después ya veremos...

jajajaja


Saludos y un abrazo enorme.

Unknown dijo...

las palabras se quedan en nosotros. y las de amor, más.

gran abrazo!

Anónimo dijo...

Adorarte en silencio. No vaya a ser que te ahuyenten mis palabras... me encanta pasar por aca

eMiLiA dijo...

"Juan Rulfo dijo lo que tenía que decir en pocas páginas, puro hueso y carne sin grasa, y después guardó silencio.
En 1974, en Buenos Aires, Rulfo me dijo que no tenía tiempo para escribir como quería, por el mucho trabajo que le daba su empleo en la administración pública. Para tener tiempo necesitaba una licencia y la licencia había que pedírsela a los médicos. Y uno no puede, me explicó Rulfo, ir al médico y decirle: "Me siento muy triste", porque por esas cosas no dan licencia los médicos."

Eduardo Galeano.

Lila Biscia dijo...

precioso...

Claudia Perez dijo...

Un genio. Que lindas palabras!
Puro amor!!

Besos