sábado, 12 de mayo de 2012

Paréntesis. (Lo abro acá, lo cierro no sé dónde...


Este mundo se sostiene principalmente por sus palabras (siempre tan amables y llenas de cariño) que arriban desde cada punto del espacio donde me leen. Pero también mi refugio no tiene sentido sin las imágenes que dan el abrigo a cada una de las frases entretejidas que leo y comparto.
Así que he decidido que mientras el Sr. Blogger me siga vedando la posibilidad de subir fotos y haga caso omiso de mis reclamos, me tomaré una pausa (como bien aconseja Don Mario) de este lugar.

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“De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades”.

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El bloqueo llega en un momento justo, después de todo. En el preciso instante donde soy consciente que el destino original de mis palabras ya no existe más y entonces me resta volver a encenderme y “todo bien”.
Gracias a todos y espero estar de vuelta muy pronto. Mientras en esas ando, seguiré visitando sus lugares.

Abrazos miles.

jueves, 3 de mayo de 2012

El antípoda


De algún modo “los antípodas” es un juego más social – no podría decirse que un juego de salón – si se compara con otros, tan solitarios. Nació, sin duda, de una personal interpretación de la ley de la gravedad y de la atracción que generan entre sí los hemisferios de Magdeburgo, más el agregado fantástico – deducido de no sé qué relato – de un doble que nos espera en otro siglo o en la luna.
Nunca supe bien si este personaje era idéntico, análogo o complementario. Cuando quise pensarlo ya era un hecho: la conducta y el movimiento humanos habían sido engarzados por mí en un teorema indemostrable: “La fuerza de los dobles opuestos nos sostiene”. En otras palabras: el habitante que está en el lugar opuesto de la tierra se sostiene en su lugar y me sostiene gracias a la mutua fuerza de atracción que opera desde nuestros cuerpos y que podría dibujarse en una línea que va desde sus talones a los míos – y viceversa – pasando por el centro de la tierra. Cuando él se desplaza, me desplazo; cuando me arrojo al mar, se arroja o cae al mar; cuando viajamos, viajamos en direcciones contrarias para permanecer en la misma referencia. ¿Se puede pedir un desencuentro más encontrado, una oposición menos opuesta? Nuestros gestos tienen una respuesta simultánea y nuestros actos nos comprometen en una complicidad desmedida (¿cómo podríamos realizar actos distintos con los mismos ademanes?). Claro que no se sabe quién tiró la primera piedra, puesto que cada uno está tirando la suya, pero se advierte cuándo la iniciativa fue propia y cuándo ajena en el matiz de desgano o arrebato con que se inician y conducen las acciones. Y no se suponga que con esto pretendo librarme de responsabilidades o eludir culpas y castigos. Jamás he dicho: “Me arrastraron a eso”, como otros que parecen ignorar el teorema, aunque a veces, realmente, haya estado a punto de exclamar: “¡Vamos! ¡Detente! ¿Adónde vas, que nada te detiene?”.
Bueno, lo cierto es que en aquel entonces me encerraba en mi cuarto (él, “el antípoda”, se encerraría en el suyo). Desplazaba un pie lentamente. Me detenía. Daba unos pasos. Tendía la oreja para escuchar el choque que se produciría en el centro de la tierra (con el tiempo descubrí que el eco no es otra cosas que esta clase de choques); daba un salto y continuaba lanzándome en complicadísimas gimnasias que significaban vergonzosas burlas y que ahora no puedo recordar sin remordimientos. Una vez, por ejemplo, me colgué de la lámpara, me balanceé como en un columpio y desde el otro extremo salté en un salto mortal hacia el vacío de la cama, gritando: “Sígueme, si puedes”. Me abrí la cabeza contra la arista de la mesa de noche. Tenemos actualmente la misma cicatriz, un pálido recuerdo que se aviva  con las grandes tormentas. Claro que se vengó, ¡y cómo!
A pesar de todo, sé que lo hubiera amado. ¡Es una lástima! Nuestro amor podría haber sido el único indestructible. Se nos desgarra el corazón cuando pensamos que no nos encontraremos jamás de este lado del mundo, ni de aquél. Sólo podemos intentar amores que comienzan como si nos hubiésemos encontrado, amores que nos hacen perder la gravedad y nos arrebatan por el aire como ángeles, hacia las alturas. Pero la pareja que hemos buscado no nos sigue. Restringida a la ley de la atracción de los cuerpos, desconoce las reglas de los antípodas y se queda en la tierra, o parte con rumbo desconocido, llevada por la atracción universal. Únicamente este final se asemeja en algo a nuestra situación permanente. ¡Es triste!
No existen más que dos soluciones:

Una consistiría en conseguir un ángulo de 180º que empezara a cerrarse, irrevocablemente, pero cuyos lados nos permitieran apoyarnos a medida que nos acercáramos, hasta encerrarnos un buen día, sin ninguna salida, entre sus resistentes paredes. Pero ¿no es esto lo que sucede habitualmente con todas las parejas?
La otra solución de la que hablaba, y que es la que prefiero, la que preferimos, sería excavar hasta encontrarnos en esa masa ígnea, en esa pepita de fuego que está sepultada en el interior del globo, y arder, arder en un fuego mutuo hasta consumirnos en la misma llama.

jueves, 26 de abril de 2012

Iluminación

"Pasa se va se pierde

no se detiene


fluye


mana incansablemente


se escapa de las manos


corre vuela a su fin


se desliza


se apaga


se aniquila


se extingue


se deshace


se acaba."







("Cuando al punto final de los finales no le siguen los puntos suspensivos")



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jueves, 19 de abril de 2012

Ficciones




“…Pero te mentiría si te digo que no pienso en cómo será otra vida, cómo será estar contigo. Si hubiéramos tenido hijos, si estaríamos en medio en una tormenta de nieve, o en un verano recorriendo un pueblito empedrado, o las cosas simples: comprar fruta, pagar alguna cuenta, ir a comprar un regalo. No es que esté mal, no es que no quiera lo que tengo. Es solo que no puedo evitarlo, quisiera asomarme y mirar, mirar otra vida…”



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sábado, 14 de abril de 2012

Siempre que hablo contigo acabo muriéndome más, un poco más.


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"Ahora míranos, desconocidos y hablando del pasado, siempre del pasado"


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martes, 10 de abril de 2012

Sacó del espejo su vivo retrato




“Un rostro que no quiere que lo recuerde”


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martes, 3 de abril de 2012

Pongamos que hablo de Emilia





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"... violento como un niño sin cumpleaños..."


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