
- Yo quería ese final desaforado.
- ¿Pero para llegar al final no habría que tener un principio?
- Siempre devolviéndome la realidad envuelta en papel crepé vos…
- Jaj, no te enojes. Es que de veras es un poco triste corroborar lustro tras lustro ese empeño.
- “Persevero contigo en el desierto contra la voz que clama…”
- ¿Qué?
- Nada. Cosas mías.
- Bueno, en realidad, yo te lo digo por tu bien. Sabés que es así… tu problema es que sos demasiado trágica.
-¿Demasiado trágica?
- Sí.
-Definí demasiado…
-¿Ves? Hacés estas cosas, te enredás en las palabras, buscando siempre vaya a saber qué cosa. Arrinconándome, cercándome…
- ¿Eso te hago?
- Eso siento.
- La asfixia, ¿no?
- Sí.
- Yo también me asfixio bastante. De tanto en tanto se acercan hordas de palabras y se precipitan sobre mi cuello, como una milicia en miniatura. Es una imagen graciosa si se la visualiza. Porque son como pequeños seres que se levantan decididos a matarme a certeza limpia. Vienen con sus pequeñas manitos, cubiertas con guantecitos de letras y zas… primer sopapo para la estúpida creyente en la forma de un metafórico sintagma: “arremete viajera”. Lo cual no es más que una advertencia para que de una vez por todas camine en dirección contraria a vos.
O bien, hay días menos “líricos” donde cada cachetazo es más bien una alienante sirena, como la de las ambulancias ¿viste?, para que despierte del letargo somnoliento en el que estoy sumida desde hace demasiado tiempo.
- …
- Tu asfixia es una asfixia de cotillón al lado de la mía. No podés imaginarte siquiera lo que es lidiar con esos pensamientos. Tan, tan, tan, todo el día machacando mi cabeza.
- Un poco más de viento y de sol para vos.
-Quizá… o puede que deba dedicar mis horas a escribirme a mí, para variar, y dar con la versión más amable de todas las que soy. Descubrir que en realidad ha sido una pérdida de tiempo el inventarte a vos exacto para mí, cuando el centro del mandala al que debí arribar desde las horas primigenias, es a construirme exactamente igual a lo que soy… menos viciada de vos, claro.
-¿Todavía no aceptás que sos trágica?
-¿Te comenté que aún deseo ese final desaforado....?