viernes, 3 de julio de 2009

Yo sé que si pudieras acariciarías mi cabeza de huérfana...


¿Es tu voz? ¿Es tu arrullo? Qué importan hoy estos sonidos huecos de antaño. Pura superchería, no es posible oírte.
Vos estuviste ahí sosteniendo mi mano, te vi claramente en la nublazón, en las postrimerías de mis horas, en el estertor agónico.
Tus dedos se tornaron azules y yo seguía impávida ante la finitud. ¡Cuántas veces quisiste convencerme que la vida sólo dura un ratito!... Te lo dije para que te estés atenta, para espabilarte y que no te adhirieras tanto a mi sombra. Se te llenaba la mirada de puros sueños. Tan yo, tan de mi carne. Lo soy, y cómo duele esta carne con la ausencia. ¡Qué de vacíos los rincones construidos en el empeño de edificar una perpetuidad!
Vos me vas a continuar, no vas a permitir nunca que esto sea todo, que se me olvide. ¿Acaso eso fue todo? Tu respiración entrecortada, la mirada perdida, los gestos que se desgajaban en una mueca siniestra. Esa no eras vos. No, sí lo era… Esa también, ese era mi rostro ante el espanto del fin. Lo estaba viendo tan claro como veía tus lágrimas, como sentía ese torpe intento de contagiarme un poco de vida con tus latidos... Posé tu mano violácea sobre mi pecho y mi corazón se desencajaba por retenerte. Ese fue el momento del despertar de las creencias, del ruego quedito a Ese que escucha pero que ni caso hizo. Nunca te inculqué esas ideas, te vinieron solas nomás. ¡Lo que hace la desesperación! Ya ni Le hablo, pero a vos te sigo oyendo. ¿Es tu voz? ¿Es tu arrullo?...
.:.
{2002 -04 de julio- 2009}

8 comentarios:

eMiLiA dijo...

(...) Entonces, ¿dónde estás?, ¿quién te impide venir?
Yo sé que si pudieras acariciarías mi cabeza de huérfana.
Y sin embargo sé también que no puedes seguir siendo tú sola,
alguien que persevera en su propia memoria,
la embalsamada a cuyo alrededor giran como los cuervos unos pobres jirones de luto que alimenta.
Y aunque cumplas la terrible condena de no poder estar cuando te llamo,
sin duda en algún lado organizas de nuevo la familia,
o me ordenas las sombras,
o cortas esos ramos de escarcha que bordan tu regazo para dejarlos a mi lado cualquier día,
o tratas de coser con un hilo infinito la gran lastimadura de mi corazón.


Olga Orozco - Si me puedes mirar (fragmento)

Anónimo dijo...

eterno retorno de un desgarro..

Conmovedor..

Beso

Chespi

Iván dijo...

Muy bello este texto cargado de sentimientos.
Muy conmovedor estos versos.

Soraya dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Soraya dijo...

Qué hermoso lo escrito…

Muy profundo y muy conmovedor!

Un beso y un abrazo.

FLECO dijo...

muy emotivo, te felicito por cmo se ven reflejados los sentimientos. Gracias por pasar, besos.

Espérame en Siberia dijo...

Què hermoso texto, Emilia. De verdad :)

Te mando muchos besos de sàbado.

Rocío dijo...

Que linda Emi (: Un beso enorme.