Pisa la tierra que rasgará con la memoria de antaño. Busca ese cielo verde acariciado de infancia. Con mano trémula la alza un aullido sutil, conocido. La sonrisa primigenia le augura confianzas y promete el marcado encuentro. Tanta nostalgia deshecha entre los surcos que plasmó a arañazos. Caer en ese fondo inveterado. Caer sin fin para ser una, ambas, hasta que arrecie el sol.
Piso el suelo con bocados de ansiedad y me lleno de reliquias el cuerpo, salgo asustando. Repito en larguísimo silencio abulias y taconeo deslizándome sin prisa por las avenidas buscando un no sé qué, aquello que no se nombra porque no se sabe y acapara gran parte del día ponerme bajo una sombra. La que sea, a estas alturas elijo la que sea.
"Yo quisiera hacer lo que se me da la gana detrás de la cortina de la locura. Así, arreglaría las flores todo el día, pintaría el dolor, el amor y la ternura, me reiría a mis anchas de los otros y sobre todo de mí. Construiría mi mundo, que mientras viviera, sería mío y de todos..."
"Yo representaba el estado al que uno aspira durante toda su vida, pero ante el que, cuando llega la posibilidad de que ese sueño se cumpla, uno retrocede con una sensación de rabia y desilusión. A Lázar le gustaba mucho El sueño, una obra de teatro de Strindberg. ¿La conoces? Yo nunca la he visto. Él citaba a menudo algunas líneas o resumía alguna escena. Decía que en ese drama hay un personaje cuyo mayor deseo es que la vida le conceda una caja de pesca verde, ya sabes, una de esas cajitas de color verde en las que los pescadores guardan hilo, anzuelo y cebo. El personaje envejece, le pasa la vida por encima y, por fin, un día los dioses se apiadan de él y deciden regalarle la caja de pesca… Y entonces el personaje, con el tan deseado presente en las manos, se acerca al proscenio, observa durante un buen rato la cajita y luego, con profunda tristeza dice: “No era este verde…”. Lázar citaba esta frase cuando la conversación giraba en torno a los deseos humanos. Y cuando Judit empezó a conocerme, poco a poco me fui percatando de que yo para ella “no era ese verde”. Durante mucho tiempo no se atrevió a verme como yo era en realidad.Nunca nos atrevemos a reducir a dimensiones humanas lo que nuestro ferviente deseo ha transformado en un ideal."
Se me partió el corazón. Durante un año creí que no lo soportaría. Pero desperté una hermosa mañana y descubrí algo, sí, lo más importante, eso que sólo uno puede aprender por sí mismo…. ¿Quieres que te lo diga? ¿No te dolerá? ¿Podrás soportarlo? Pues sí, yo lo soporté. Pero no me gusta contárselo a nadie, no me gusta privar a la gente de sus ideales, de la fe depositada en una hermosa invención que es la fuente de mucho sufrimiento y a la vez de mucho esplendor: hechos heroicos, obras de arte, prodigiosas hazañas del ingenio humano… ¿Qué qué descubrí? Descubrí, querida mía, que la persona justa no existe. Un día desperté, me incorporé en la cama y sonreí. Ya no sentía dolor. Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Solo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco de todo, es a la vez escoria y rayo de luz…
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¿Cómo?¿Quieres saber por qué me he puesto a llorar cuando lo he visto?Si es cierto que el hombre justo no existe, que todo ha terminado y estoy completamente curada, ¿por qué he tenido que empolvarme la nariz al comprobar que aún conserva esa cartera marrón de piel de cocodrilo? Espera que lo piense. Creo que puedo responder. Empecé a empolvarme la nariz porque estaba alterada, porque sin duda es cierto que no existe la persona justa y que las ilusiones se desvanecen, pero yo lo amo, y eso es distinto. Cuando uno ama a alguien siempre se le sobresalta el corazón al verlo o al oír algo sobre él. En resumen, creo que todo pasa, menos elamor. Aunque eso no tiene ningún sentido práctico.
"Mi color es el naranja y mi flor la camelia.
Gusto del olor a pasto recién cortado, de las nubes sin formas que atraviesan, raudas, el azul, de las tardes con viento y de las lecturas al sol.
Oculto una tristeza (que no se pasará jamás) y cuando ésta sale a la luz, la distraigo - para que no duela - soplando con furia, dientes de león..."
"También puedo afirmar que me es muy duro ser adulta, con tanta infancia a cuestas; de mi loca inocencia no me curo: a las niñas que fui las llevo puestas."
JAIME SABINES
"Igual que la noche de la embriaguez, igual fue la vida. ¿Qué hice?, ¿que tengo entre las manos? Sólo desear, desear, desear, ir detrás de los sueños igual que un perro ciego ladrándole a los ruidos."
ISMAEL
"Es tan corta la vida y son tantas despedidas llenas de promesas vanas"